Freddie Mercury un cantante sin igual a 27 años de su muerte.

    Era un 23 de noviembre el día en que Freddie Mercury anunció al mundo que padecía SIDA, y al siguiente día falleció.

    Fue en 1987 cuando la noticia cambió su vida, al parecer había  quedado impactado debido a la noticia de la muerte de dos de su antiguos amores a causa del VIH.

    24 de noviembre de 1991, muere en Londres Freddie Mercury, músico británico, vocalista y líder de la banda de rock Queen. Tenía sólo 45 años y había anunciado públicamente que padecía sida tan sólo 24 horas antes.

    «No seré como Eva Perón. No quiero pasar a la historia como una de esas personas que se preocupan… que esperan que tras mi muerte yo quede como alguien que ha creado algo o que ha inventado algo. La vida es para vivirla». La corona ya le estaba resultando pesada a Freddie Mercury y con estas palabras quedaba claro que su misión en la Tierra fue cumplida. Había vivido la vida y había hecho feliz a mucha gente. A 27 años de su muerte, el líder de Queen lo sigue haciendo.

     

     

    La comparación con la argentina abanderada de los humildes surge del libro «Freddie Mercury, su vida contada por él mismo» (Greg Brooks y Simon Lupton, Ediciones Robinbook) donde se destacan comentarios que hacían prever que Freddie no iba a ser un hombre longevo. Él mismo decía que no esperaba llegar a viejo, ni vivir hasta los 70 años, «sería muy aburrido». Finalmente, falleció el domingo 24 de noviembre de 1991, a los 45 años, por culpa de una bronconeumonía provocada por el mal que lo acechaba desde hacía aproximadamente 4 años, el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

    Un día antes, el sábado 23, el cantante había hecho pública una nota en la que admitía que había contraído el virus: «A partir de las enormes conjeturas que han aparecido en la prensa durante las dos últimas semanas, deseo confirmar que soy VIH positivo y tengo sida. Creo que ha sido correcto no publicar esta información hasta ahora para proteger la privacidad de quienes me rodean. Sin embargo, ha llegado el momento de que mis amigos y mis fans de todo el mundo sepan la verdad. Espero que todos se unan a mis doctores y a todos los demás en el mundo que luchan contra esta terrible enfermedad. Mi intimidad siempre ha sido algo especial para mí y soy famoso por conceder pocas entrevistas. Por favor, comprendan que esto seguirá siendo así». Y así fue, ya que menos de 24 horas después, este comunicado se convertiría en el último.

    El último disco de estudio de Queen con Freddie dice mucho de esa etapa agridulce, en el que la banda se reencontraba para hacer música y para despedir, sin saberlo, a un amigo. Innuendosalió en febrero de 1991 con un nombre en latín que dice mucho, significa algo así como «insinuación» o «indirecta».

    El disco fue grabado entre Estudios de Montaña en, Montreux, Suiza, durante las primeras sesiones, y los estudios Metrópolis de Londres, Inglaterra, en las últimas. En ese momento Brian May y Roger Taylor estaban trabajando en proyectos paralelos y John Deacon casi no sumó en cuanto a lo creativo. A pesar de que la enfermedad de Freddie avanzaba, el astro escribió todas las canciones y cantó casi sin problemas.

    La lista de temas hace que este álbum fuera el final perfecto para una banda perfecta. Letras premonitorias, mensajes ocultos, estribillos inolvidables. Desde «These are the days of our lives» («Las cosas malas de la vida eran tan pocas. Esos días ya se han ido, pero una cosa es cierta. Cuando miro y te encuentro te sigo amando. No puedes retroceder el reloj, no puedes retroceder la marea. ¿No es una pena?») hasta el épico final de «Show Must Go On» («El espectáculo debe continuar. Dentro mío, mi corazón se está rompiendo. Mi maquillaje puede estar descascarado, pero mi sonrisa permanece aún»). Cada pasaje de ese track list es un motivo más para adorar a Mercury.

    Con su espíritu liviano y divertido, Freddie no imaginó que 27 años después se seguiría celebrando su música y su imagen. Lo dejó claro cuando, con escandalosa modestia, hizo esta declaración que recoge el libro Freddie Mercury, su vida…: «Cuando esté muerto, me gustaría que se me recordara como un músico de cierta valía y sustancia. No  sé cómo voy a ser recordado. No he pensado en ello, ya estaré muerto. Realmente no pienso: ‘¡Dios mío! ¿Cuándo esté muerto se acordarán de mí?’. Depende de la gente. Cuando esté muerto, ¿a quién le importa? ¡A mí, no!».

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      Freddie Mercury un cantante sin igual a 27 años de su muerte.

      Era un 23 de noviembre el día en que Freddie Mercury anunció al mundo que padecía SIDA, y al siguiente día falleció.

      Fue en 1987 cuando la noticia cambió su vida, al parecer había  quedado impactado debido a la noticia de la muerte de dos de su antiguos amores a causa del VIH.

      24 de noviembre de 1991, muere en Londres Freddie Mercury, músico británico, vocalista y líder de la banda de rock Queen. Tenía sólo 45 años y había anunciado públicamente que padecía sida tan sólo 24 horas antes.

      «No seré como Eva Perón. No quiero pasar a la historia como una de esas personas que se preocupan… que esperan que tras mi muerte yo quede como alguien que ha creado algo o que ha inventado algo. La vida es para vivirla». La corona ya le estaba resultando pesada a Freddie Mercury y con estas palabras quedaba claro que su misión en la Tierra fue cumplida. Había vivido la vida y había hecho feliz a mucha gente. A 27 años de su muerte, el líder de Queen lo sigue haciendo.

       

       

      La comparación con la argentina abanderada de los humildes surge del libro «Freddie Mercury, su vida contada por él mismo» (Greg Brooks y Simon Lupton, Ediciones Robinbook) donde se destacan comentarios que hacían prever que Freddie no iba a ser un hombre longevo. Él mismo decía que no esperaba llegar a viejo, ni vivir hasta los 70 años, «sería muy aburrido». Finalmente, falleció el domingo 24 de noviembre de 1991, a los 45 años, por culpa de una bronconeumonía provocada por el mal que lo acechaba desde hacía aproximadamente 4 años, el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

      Un día antes, el sábado 23, el cantante había hecho pública una nota en la que admitía que había contraído el virus: «A partir de las enormes conjeturas que han aparecido en la prensa durante las dos últimas semanas, deseo confirmar que soy VIH positivo y tengo sida. Creo que ha sido correcto no publicar esta información hasta ahora para proteger la privacidad de quienes me rodean. Sin embargo, ha llegado el momento de que mis amigos y mis fans de todo el mundo sepan la verdad. Espero que todos se unan a mis doctores y a todos los demás en el mundo que luchan contra esta terrible enfermedad. Mi intimidad siempre ha sido algo especial para mí y soy famoso por conceder pocas entrevistas. Por favor, comprendan que esto seguirá siendo así». Y así fue, ya que menos de 24 horas después, este comunicado se convertiría en el último.

      El último disco de estudio de Queen con Freddie dice mucho de esa etapa agridulce, en el que la banda se reencontraba para hacer música y para despedir, sin saberlo, a un amigo. Innuendosalió en febrero de 1991 con un nombre en latín que dice mucho, significa algo así como «insinuación» o «indirecta».

      El disco fue grabado entre Estudios de Montaña en, Montreux, Suiza, durante las primeras sesiones, y los estudios Metrópolis de Londres, Inglaterra, en las últimas. En ese momento Brian May y Roger Taylor estaban trabajando en proyectos paralelos y John Deacon casi no sumó en cuanto a lo creativo. A pesar de que la enfermedad de Freddie avanzaba, el astro escribió todas las canciones y cantó casi sin problemas.

      La lista de temas hace que este álbum fuera el final perfecto para una banda perfecta. Letras premonitorias, mensajes ocultos, estribillos inolvidables. Desde «These are the days of our lives» («Las cosas malas de la vida eran tan pocas. Esos días ya se han ido, pero una cosa es cierta. Cuando miro y te encuentro te sigo amando. No puedes retroceder el reloj, no puedes retroceder la marea. ¿No es una pena?») hasta el épico final de «Show Must Go On» («El espectáculo debe continuar. Dentro mío, mi corazón se está rompiendo. Mi maquillaje puede estar descascarado, pero mi sonrisa permanece aún»). Cada pasaje de ese track list es un motivo más para adorar a Mercury.

      Con su espíritu liviano y divertido, Freddie no imaginó que 27 años después se seguiría celebrando su música y su imagen. Lo dejó claro cuando, con escandalosa modestia, hizo esta declaración que recoge el libro Freddie Mercury, su vida…: «Cuando esté muerto, me gustaría que se me recordara como un músico de cierta valía y sustancia. No  sé cómo voy a ser recordado. No he pensado en ello, ya estaré muerto. Realmente no pienso: ‘¡Dios mío! ¿Cuándo esté muerto se acordarán de mí?’. Depende de la gente. Cuando esté muerto, ¿a quién le importa? ¡A mí, no!».

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        Freddie Mercury un cantante sin igual a 27 años de su muerte.

        Era un 23 de noviembre el día en que Freddie Mercury anunció al mundo que padecía SIDA, y al siguiente día falleció.

        Fue en 1987 cuando la noticia cambió su vida, al parecer había  quedado impactado debido a la noticia de la muerte de dos de su antiguos amores a causa del VIH.

        24 de noviembre de 1991, muere en Londres Freddie Mercury, músico británico, vocalista y líder de la banda de rock Queen. Tenía sólo 45 años y había anunciado públicamente que padecía sida tan sólo 24 horas antes.

        «No seré como Eva Perón. No quiero pasar a la historia como una de esas personas que se preocupan… que esperan que tras mi muerte yo quede como alguien que ha creado algo o que ha inventado algo. La vida es para vivirla». La corona ya le estaba resultando pesada a Freddie Mercury y con estas palabras quedaba claro que su misión en la Tierra fue cumplida. Había vivido la vida y había hecho feliz a mucha gente. A 27 años de su muerte, el líder de Queen lo sigue haciendo.

         

         

        La comparación con la argentina abanderada de los humildes surge del libro «Freddie Mercury, su vida contada por él mismo» (Greg Brooks y Simon Lupton, Ediciones Robinbook) donde se destacan comentarios que hacían prever que Freddie no iba a ser un hombre longevo. Él mismo decía que no esperaba llegar a viejo, ni vivir hasta los 70 años, «sería muy aburrido». Finalmente, falleció el domingo 24 de noviembre de 1991, a los 45 años, por culpa de una bronconeumonía provocada por el mal que lo acechaba desde hacía aproximadamente 4 años, el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

        Un día antes, el sábado 23, el cantante había hecho pública una nota en la que admitía que había contraído el virus: «A partir de las enormes conjeturas que han aparecido en la prensa durante las dos últimas semanas, deseo confirmar que soy VIH positivo y tengo sida. Creo que ha sido correcto no publicar esta información hasta ahora para proteger la privacidad de quienes me rodean. Sin embargo, ha llegado el momento de que mis amigos y mis fans de todo el mundo sepan la verdad. Espero que todos se unan a mis doctores y a todos los demás en el mundo que luchan contra esta terrible enfermedad. Mi intimidad siempre ha sido algo especial para mí y soy famoso por conceder pocas entrevistas. Por favor, comprendan que esto seguirá siendo así». Y así fue, ya que menos de 24 horas después, este comunicado se convertiría en el último.

        El último disco de estudio de Queen con Freddie dice mucho de esa etapa agridulce, en el que la banda se reencontraba para hacer música y para despedir, sin saberlo, a un amigo. Innuendosalió en febrero de 1991 con un nombre en latín que dice mucho, significa algo así como «insinuación» o «indirecta».

        El disco fue grabado entre Estudios de Montaña en, Montreux, Suiza, durante las primeras sesiones, y los estudios Metrópolis de Londres, Inglaterra, en las últimas. En ese momento Brian May y Roger Taylor estaban trabajando en proyectos paralelos y John Deacon casi no sumó en cuanto a lo creativo. A pesar de que la enfermedad de Freddie avanzaba, el astro escribió todas las canciones y cantó casi sin problemas.

        La lista de temas hace que este álbum fuera el final perfecto para una banda perfecta. Letras premonitorias, mensajes ocultos, estribillos inolvidables. Desde «These are the days of our lives» («Las cosas malas de la vida eran tan pocas. Esos días ya se han ido, pero una cosa es cierta. Cuando miro y te encuentro te sigo amando. No puedes retroceder el reloj, no puedes retroceder la marea. ¿No es una pena?») hasta el épico final de «Show Must Go On» («El espectáculo debe continuar. Dentro mío, mi corazón se está rompiendo. Mi maquillaje puede estar descascarado, pero mi sonrisa permanece aún»). Cada pasaje de ese track list es un motivo más para adorar a Mercury.

        Con su espíritu liviano y divertido, Freddie no imaginó que 27 años después se seguiría celebrando su música y su imagen. Lo dejó claro cuando, con escandalosa modestia, hizo esta declaración que recoge el libro Freddie Mercury, su vida…: «Cuando esté muerto, me gustaría que se me recordara como un músico de cierta valía y sustancia. No  sé cómo voy a ser recordado. No he pensado en ello, ya estaré muerto. Realmente no pienso: ‘¡Dios mío! ¿Cuándo esté muerto se acordarán de mí?’. Depende de la gente. Cuando esté muerto, ¿a quién le importa? ¡A mí, no!».

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          Freddie Mercury un cantante sin igual a 27 años de su muerte.

          Era un 23 de noviembre el día en que Freddie Mercury anunció al mundo que padecía SIDA, y al siguiente día falleció.

          Fue en 1987 cuando la noticia cambió su vida, al parecer había  quedado impactado debido a la noticia de la muerte de dos de su antiguos amores a causa del VIH.

          24 de noviembre de 1991, muere en Londres Freddie Mercury, músico británico, vocalista y líder de la banda de rock Queen. Tenía sólo 45 años y había anunciado públicamente que padecía sida tan sólo 24 horas antes.

          «No seré como Eva Perón. No quiero pasar a la historia como una de esas personas que se preocupan… que esperan que tras mi muerte yo quede como alguien que ha creado algo o que ha inventado algo. La vida es para vivirla». La corona ya le estaba resultando pesada a Freddie Mercury y con estas palabras quedaba claro que su misión en la Tierra fue cumplida. Había vivido la vida y había hecho feliz a mucha gente. A 27 años de su muerte, el líder de Queen lo sigue haciendo.

           

           

          La comparación con la argentina abanderada de los humildes surge del libro «Freddie Mercury, su vida contada por él mismo» (Greg Brooks y Simon Lupton, Ediciones Robinbook) donde se destacan comentarios que hacían prever que Freddie no iba a ser un hombre longevo. Él mismo decía que no esperaba llegar a viejo, ni vivir hasta los 70 años, «sería muy aburrido». Finalmente, falleció el domingo 24 de noviembre de 1991, a los 45 años, por culpa de una bronconeumonía provocada por el mal que lo acechaba desde hacía aproximadamente 4 años, el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

          Un día antes, el sábado 23, el cantante había hecho pública una nota en la que admitía que había contraído el virus: «A partir de las enormes conjeturas que han aparecido en la prensa durante las dos últimas semanas, deseo confirmar que soy VIH positivo y tengo sida. Creo que ha sido correcto no publicar esta información hasta ahora para proteger la privacidad de quienes me rodean. Sin embargo, ha llegado el momento de que mis amigos y mis fans de todo el mundo sepan la verdad. Espero que todos se unan a mis doctores y a todos los demás en el mundo que luchan contra esta terrible enfermedad. Mi intimidad siempre ha sido algo especial para mí y soy famoso por conceder pocas entrevistas. Por favor, comprendan que esto seguirá siendo así». Y así fue, ya que menos de 24 horas después, este comunicado se convertiría en el último.

          El último disco de estudio de Queen con Freddie dice mucho de esa etapa agridulce, en el que la banda se reencontraba para hacer música y para despedir, sin saberlo, a un amigo. Innuendosalió en febrero de 1991 con un nombre en latín que dice mucho, significa algo así como «insinuación» o «indirecta».

          El disco fue grabado entre Estudios de Montaña en, Montreux, Suiza, durante las primeras sesiones, y los estudios Metrópolis de Londres, Inglaterra, en las últimas. En ese momento Brian May y Roger Taylor estaban trabajando en proyectos paralelos y John Deacon casi no sumó en cuanto a lo creativo. A pesar de que la enfermedad de Freddie avanzaba, el astro escribió todas las canciones y cantó casi sin problemas.

          La lista de temas hace que este álbum fuera el final perfecto para una banda perfecta. Letras premonitorias, mensajes ocultos, estribillos inolvidables. Desde «These are the days of our lives» («Las cosas malas de la vida eran tan pocas. Esos días ya se han ido, pero una cosa es cierta. Cuando miro y te encuentro te sigo amando. No puedes retroceder el reloj, no puedes retroceder la marea. ¿No es una pena?») hasta el épico final de «Show Must Go On» («El espectáculo debe continuar. Dentro mío, mi corazón se está rompiendo. Mi maquillaje puede estar descascarado, pero mi sonrisa permanece aún»). Cada pasaje de ese track list es un motivo más para adorar a Mercury.

          Con su espíritu liviano y divertido, Freddie no imaginó que 27 años después se seguiría celebrando su música y su imagen. Lo dejó claro cuando, con escandalosa modestia, hizo esta declaración que recoge el libro Freddie Mercury, su vida…: «Cuando esté muerto, me gustaría que se me recordara como un músico de cierta valía y sustancia. No  sé cómo voy a ser recordado. No he pensado en ello, ya estaré muerto. Realmente no pienso: ‘¡Dios mío! ¿Cuándo esté muerto se acordarán de mí?’. Depende de la gente. Cuando esté muerto, ¿a quién le importa? ¡A mí, no!».

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            Freddie Mercury un cantante sin igual a 27 años de su muerte.

            Era un 23 de noviembre el día en que Freddie Mercury anunció al mundo que padecía SIDA, y al siguiente día falleció.

            Fue en 1987 cuando la noticia cambió su vida, al parecer había  quedado impactado debido a la noticia de la muerte de dos de su antiguos amores a causa del VIH.

            24 de noviembre de 1991, muere en Londres Freddie Mercury, músico británico, vocalista y líder de la banda de rock Queen. Tenía sólo 45 años y había anunciado públicamente que padecía sida tan sólo 24 horas antes.

            «No seré como Eva Perón. No quiero pasar a la historia como una de esas personas que se preocupan… que esperan que tras mi muerte yo quede como alguien que ha creado algo o que ha inventado algo. La vida es para vivirla». La corona ya le estaba resultando pesada a Freddie Mercury y con estas palabras quedaba claro que su misión en la Tierra fue cumplida. Había vivido la vida y había hecho feliz a mucha gente. A 27 años de su muerte, el líder de Queen lo sigue haciendo.

             

             

            La comparación con la argentina abanderada de los humildes surge del libro «Freddie Mercury, su vida contada por él mismo» (Greg Brooks y Simon Lupton, Ediciones Robinbook) donde se destacan comentarios que hacían prever que Freddie no iba a ser un hombre longevo. Él mismo decía que no esperaba llegar a viejo, ni vivir hasta los 70 años, «sería muy aburrido». Finalmente, falleció el domingo 24 de noviembre de 1991, a los 45 años, por culpa de una bronconeumonía provocada por el mal que lo acechaba desde hacía aproximadamente 4 años, el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).

            Un día antes, el sábado 23, el cantante había hecho pública una nota en la que admitía que había contraído el virus: «A partir de las enormes conjeturas que han aparecido en la prensa durante las dos últimas semanas, deseo confirmar que soy VIH positivo y tengo sida. Creo que ha sido correcto no publicar esta información hasta ahora para proteger la privacidad de quienes me rodean. Sin embargo, ha llegado el momento de que mis amigos y mis fans de todo el mundo sepan la verdad. Espero que todos se unan a mis doctores y a todos los demás en el mundo que luchan contra esta terrible enfermedad. Mi intimidad siempre ha sido algo especial para mí y soy famoso por conceder pocas entrevistas. Por favor, comprendan que esto seguirá siendo así». Y así fue, ya que menos de 24 horas después, este comunicado se convertiría en el último.

            El último disco de estudio de Queen con Freddie dice mucho de esa etapa agridulce, en el que la banda se reencontraba para hacer música y para despedir, sin saberlo, a un amigo. Innuendosalió en febrero de 1991 con un nombre en latín que dice mucho, significa algo así como «insinuación» o «indirecta».

            El disco fue grabado entre Estudios de Montaña en, Montreux, Suiza, durante las primeras sesiones, y los estudios Metrópolis de Londres, Inglaterra, en las últimas. En ese momento Brian May y Roger Taylor estaban trabajando en proyectos paralelos y John Deacon casi no sumó en cuanto a lo creativo. A pesar de que la enfermedad de Freddie avanzaba, el astro escribió todas las canciones y cantó casi sin problemas.

            La lista de temas hace que este álbum fuera el final perfecto para una banda perfecta. Letras premonitorias, mensajes ocultos, estribillos inolvidables. Desde «These are the days of our lives» («Las cosas malas de la vida eran tan pocas. Esos días ya se han ido, pero una cosa es cierta. Cuando miro y te encuentro te sigo amando. No puedes retroceder el reloj, no puedes retroceder la marea. ¿No es una pena?») hasta el épico final de «Show Must Go On» («El espectáculo debe continuar. Dentro mío, mi corazón se está rompiendo. Mi maquillaje puede estar descascarado, pero mi sonrisa permanece aún»). Cada pasaje de ese track list es un motivo más para adorar a Mercury.

            Con su espíritu liviano y divertido, Freddie no imaginó que 27 años después se seguiría celebrando su música y su imagen. Lo dejó claro cuando, con escandalosa modestia, hizo esta declaración que recoge el libro Freddie Mercury, su vida…: «Cuando esté muerto, me gustaría que se me recordara como un músico de cierta valía y sustancia. No  sé cómo voy a ser recordado. No he pensado en ello, ya estaré muerto. Realmente no pienso: ‘¡Dios mío! ¿Cuándo esté muerto se acordarán de mí?’. Depende de la gente. Cuando esté muerto, ¿a quién le importa? ¡A mí, no!».

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